Coral ha llegado tarde a la escuela, se ha quedado dormida. Tiene nueve años. Su casa está a solo tres manzanas del cole y por medio cruza una avenida sin semáforos, pero con paso de peatones. Vive sola con su mamá en una habitación de un piso de tres habitaciones. Su mamá sale a trabajar a las 6.30 y le pone el despertador a las 8, a esa hora el baño y la cocina ya están libres porque los demás vecinos ya se han marchado. Hoy era tanto el cansancio que tenía que le era imposible levantarse, !se estaba tan bien en la cama entre las mantas, con el frió que hacía en la casa! Miró el reloj, !las nueve! , dio un salto y en unos segundos ya estaba vestida, hoy no tocaba baño. Se colgó la mochila y salió corriendo hacia el cole con una enorme sonrisa en la boca. A las 6 saldrá de las actividades y su mamá la estará esperando para darle un enorme abrazo.
Comenzó a preparar el viaje unos meses antes. Miró y remiró rutas, transportes, alojamientos... Se empapó de la cultura, de la gastronomía del país, de sus costumbres, de los más bellos lugares que visitar. Se desplazó por mapas, por guías, por páginas que comentaban y orientaban. Su ilusión iba creciendo a medida que los días pasaban,a la vez que un cosquilleo le recorría todo el cuerpo , ya no podía acumular más folletos, más apuntes. Su inquietud era placentera, las endorfinas trabajaban a todo rendimiento. !Qué poco quedaba ya para iniciar la aventura!
Una buena amiga se está preparando la tesis para el doctorado, no sé muy bien de qué trata, pero si sé que lo va a hacer muy bien. Estudia, prepara temas, va a buscar las fuentes de información, está siempre ocupada con decenas de reuniones, de entrevistas y , a la vez, con tiempo para atender a los amigos, tomar un té, tener un buen rato de charla. Es curioso, pero tiene la misma cara radiante de Coral y del amigo que va a salir de viaje.
Carlota solo tiene tres años, ayer hizo su primera actuación de ballet. Un teatro completamente lleno asistía divertido a las ejecuciones de su baile, a sus carreras por el escenario persiguiendo al grupo que , a pesar suyo, danzaba a otro ritmo, poco le importaba la Nutcracker Op.71 de Tchaikovsky, ella se divertía intentando colocarse en el lugar asignado para la coreografía. Al final saludó como una estrella , como una bailarina del mejor ballet del mundo.
Hoy Rubén ha recibido la noticia de que la biblioteca de su colegio llevará su nombre. Ha venido con su mamá , tiene 10 años y ya ha escrito cuatro libros, va a programas de radio y le llaman de la televisión, un auténtico lujo para su familia y su escuela. Cuando se enteró de la decisión que había tomado la Comunidad Educativa de reconocerle su labor literaria y su calidad humana , una lágrima brillante, como un diamante, surcó su mejilla, y se fundió en un abrazo tierno con su mamá. Rubén tiene una enfermedad que le obliga a estar entre algodones y , a la vez, a ser un superviviente. Junto con su mamá se enfrenta todos los días, cada minuto, a la vida con una sonrisa, !cuánta capacidad de ilusión!
Cuando me preguntan qué falta en la Escuela, siempre respondo lo mismo: Capacidad de ilusión, de asombro. Da igual los planes, los proyectos, las búsqueda del éxito, sin ilusión difícilmente podremos alcanzar ninguna meta.
Esta entrada se la dedico a todas aquellas amigas y amigos que se han cruzado en mi camino en los últimos años, una pandilla de ilusos, que en momentos difíciles me han indicado el camino para seguir adelante.
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