Hargreaves y Fink , en su libro sobre liderazgo sostenible, comentan que "El cambio en la educación es fácil de proponer, complicado de llevar a la práctica y extraordinariamente difícil de sostener", una sostenibilidad que implica responsabilidad social y ética, que busca la mejora y el desarrollo de aprendizajes profundos y amplios para todos , en cuanto a su perdurabilidad en el tiempo y la complejidad social que nos rodea. Es decir, un cambio que parte del conocimiento de una realidad diversa y se define por la flexibilidad y la adaptabilidad .
Visto así , para que exista transformación en la escuela , el liderazgo educativo se ha de convertir en una necesidad y la responsabilidad de la dirección de un centro ha de ser considerada esencial para su implantación.
Será en el currículo, como elemento transformador de la escuela, donde se reflejarán los cambios de metodologías, las propuestas de objetivos, la secuenciación de contenidos, la selección y análisis de criterios de evaluación específicos y válidos para el alumnado, el trabajo en y por competencias... .
Hablamos de un currículo que nos obliga a diseñar nuevas estrategias, no solo en lo referente a la organización del centro y el agrupamiento del alumnado, sino también en la puesta en marcha de planes y programas que faciliten la inclusión real del alumnado y de las familias en el trabajo diario para la consecución de una enseñanza de calidad y obtener el mayor éxito escolar.
Esta tarea, evidentemente, necesita de la participación de toda una comunidad educativa y será el líder pedagógico (Equipo directivo) quién deberá de generar expectativas y corrientes colaborativas para que se ponga en marcha el engranaje educativo. Un líder que tendrá como tarea básica el conocimiento de los intereses prioritarios del profesorado, familias y alumnos, fomentando un clima de convivencia positivo desde la empatía y la asertividad, facilitando todas aquellas iniciativas que surjan desde cualquier sector educativo.
Hablamos por tanto de nuevos modos de entender la enseñanza , de un clima escolar acogedor y emprendedor que nos abren un mundo de posibilidades creativas para la mejora: Escuela 2.0 , proyectos bilingües, proyectos integrados..
En el informe de la OCDE : “Mejorar el liderazgo escolar. Herramientas de trabajo”, se avanzan algunos principios que definen la tarea del director como líder pedagógico:
Además de lo comentado hasta ahora,para el mantenimiento en el tiempo de estos procesos de cambio hay que redefinir las funciones y las responsabilidades del liderazgo escolar, darle la profesionalidad que se requiere para conseguir el éxito , no sólo en el cargo, sino también en los resultados escolares. En este documento que facilito se apuntan ideas muy interesantes sobre este tema.
Y por último, no podemos olvidar la necesidad de una formación de calidad específica para los cargos directivos, considerando la profesionalidad de la dirección desde el equilibrio entre la base docente y las directrices administrativas. ¿Posible? Solo es cuestión de proponerselo. Seguimos.