martes, 23 de noviembre de 2010
SOBRE INTERCULTURALIDAD Y ESCUELA
Empecemos al reves. Para que exista una educación inclusiva e intercultural se necesitan tres premisas indisolubles: Integración, creatividad y negociación. Los procesos de enseñanza-aprendizaje basados en la convivencia y en estos tres principios harán posibles que no condenemos a la miseria a aquel niño , a aquella familia, que no reune las características del grupo dominante.
La obligatoriedad de "adaptarse" al sistema como salida a los posibles problemas interculturales no hace más que agravar los conflictos y cerrar el camino a una posible solución consensuada.
Cuando tengamos claro que somos todos iguales y que las diferencias (lengua,religión,vivencias...)son excepciones que impregnan nuestra cultura de origen, sólo entonces, podremos hablar de convivencia, de interculturalidad.
Visto así el punto de partida, el eje vertebrador de la educación intercultural no debe ser sólo el respeto a la diversidad cultural, sino el hecho de ser iguales en dignidad y derechos, la convicción incuestionable de que somos mucho más iguales que distintos.
Como dice el profesor Francesc Carbonell
"Probablemente de puro sabido, de tanto repetirlo, olvidamos que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, quizás las lentejuelas de la diversidad cultural nos lo ocultan con su brillo y resplandor"
La llegada del extranjero, la diversidad , crea recelos ante la población desinformada que piensa que les usurpan su espacio, su trabajo, su "status".
¿Y la escuela? Se necesita voluntad política desde las instituciones para poner en marcha pedagogías sociales y disponer los recursos necesarios para poder iniciar cambios de actitud , que se requieren para que se den unas relaciones interculturales basadas en la igualdad. Hay que crear las condiciones mínimas para el diálogo rompiendo las inercias simplistas e inmovilistas de quienes se creen que sólo es un problema de "adaptación".
Esto supone compartir y aceptar las diferencias. No estamos hablando de una interculturalidad "folklórica", simo de un modelo de convivencia donde las diferencias son de todos.
Colocarnos en lugar "del otro", compartir nuestras vidas es , en definitiva, educar de manera inclusiva.
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