Aún tenía la llave inglesa en la mano. La cadena de montaje de coches seguía su incansable ritmo, sus rutinas diarias. Pepe era ajustador de puertas, esa era su tarea en la cadena: ajustar las puertas traseras, las delanteras y los portones. Ocho horas, cinco días a la semana.
Pero Pepe era un emprendedor, había tomado la decisión de ser supervisor de planta y ocupar el pequeño despacho que asomaba sobre las vigas al fondo de la nave .Soñaba con cambiar las rutinas , no solo las suyas, sino también las de sus compañeros, con establecer nuevas formas de trabajar menos solitarias, con producir coches más potentes...
La jubilación del supervisor, Antonio, al que veía por las mañanas antes de ocupar su puesto en la zona de parabrisas , fue su oportunidad. Los jefes accedieron a sus propuestas y en tres días ocupó el puesto, aunque esto no significaba que dejaba la llave inglesa, ni mucho menos, pero si podía disponer de seis horas para sus tareas supervisoras. Tampoco le importaba, en principio, que los compañeros cobraran igual, incluso más que él a pesar de ser el supervisor, eran circunstancias que ocurrían en las empresas... daba igual...El era un emprendedor y un luchador. Ahora tenía en la mano la llave inglesa y una llave de un despacho... Subió las escaleras que le conducían a la oficina, muy despacio, mirando hacia atrás y observando... sonreía.
¡Qué valiente es Pepe!
ResponderEliminar¿Qué se encontrará cuando abra la puerta del despacho?