Hace unos días Mariano F.Enguita comentaba en un artículo titulado “Más escuela, menos aula” que no solo vivimos un cambio de época, sino que entramos en una época de cambio. ¡Cuánta revolución encierra esta frase, cuánta preocupación!
Quién vive hoy la Escuela desde dentro ve que ese cambio es real e inevitable y, lo que es más llamativo, diferente en cada centro. Los equipos directivos y los docentes vamos acomodando nuestras estrategias de aprendizaje al medio y al alumnado que habita nuestro entorno inmediato, intentando dar respuesta a las necesidades e inquietudes de las familias. En cierto sentido es una apuesta, un reto, por sobrevivir en un espacio/tiempo nuevo y cambiante, totalmente desconocido y sin libro de instrucciones.
De una manera visual las escuelas nos asomamos a un abismo al final de un camino, un camino que no se bifurca ni nos da otras opciones, ¡ojalá!, ahora ,inevitablemente, nos enfrentamos al vacío.
¿Qué hacer cuando se acaban las respuestas o no se sabe qué respuesta dar?
¿Cómo seguir educando al niño y a la niña si le interesa bien poco lo que les enseñamos?
¿Cómo podemos gestionar cambios eficaces en los procesos educativos?
¿Cómo crear un clima de centro enriquecedor y participativo?
¿Qué hacer cuando sabes que seguir con el libro de texto no conduce a nada?
,¿Qué evaluar cuando los patrones de referencia se diluyen?
¿Qué hacer cuando se tambalean los fines de la Educación y se desdibuja la finalidad de la Escuela?
Preguntas sin respuestas que nos hacemos muchos docentes y que nos lleva a un horizonte más allá de la incertidumbre y la duda.
A pesar de todo algunos centros funcionan, intuyen cuál es su función, detectan las necesidades de su alumnado, atienden a la demanda de las familias, incluso se aventuran en autoevaluaciones de mejora… Se me viene a la memoria una escena de una película de Indiana Jones en la que están persiguiendo al protagonista y de pronto llega a un abismo insalvable, Indiana se arriesga y da un paso adelante y milagrosamente no cae al vacío, se mantiene sobre un puente invisible oculto por un efecto óptico de las rocas… Eso está ocurriendo ahora en estos centros innovadores : que están avanzando en ese vacío y creando puentes para dar respuesta a este mundo cambiante en la Educación que vivimos y , como Indiana, con la sensación de estar solos y moviéndonos en terrenos desconocidos. ¿Lo estamos haciendo bien?
Fernando Trujillo, defensor y propulsor del aprendizaje basado en proyectos ABP, escribe en un artículo de título “Contra el aprendizaje basado en proyectos” lo siguiente: “En la raíz de tal compromiso está el convencimiento de que ha llegado el momento de pasar del paradigma de los contenidos a un paradigma distinto, que bien podría ser el paradigma de la acción”
Pienso que F.Trujillo da en la clave : Hay que cambiar radicalmente de paradigma, volcar el proceso de aprendizaje en proyectos integrados con sentido, cercanos, que posibiliten la acción y el conocimiento desde la realidad y el entorno inmediato y , lo que es vital para su continuidad y garantías de éxito, estos proyectos tienen que estar respaldados por un marco normativo donde se pueda plasmar la vida del centro , las auténticas necesidades de la comunidad educativa , las metodologías más precisas y las ideas más innovadoras y creativas.No es suficiente con avanzar, hay que consolidar lo aprendido.
Y ese marco organizativo existe: El Proyecto Educativo de Centro. Un documento que, por desgracia, desde que nace en los centros ya está obsoleto y caduco porque no se usa, solo es un tocho de normas y leyes que a nadie interesa y que muchos desconocen.
Hay que poner en valor el P.E.C. , la escuela necesita del respaldo de un P.E.C.. potente, flexible, vivo y eficaz elaborado por la toda la comunidad educativa, un referente para futuras evaluaciones y una hoja de ruta para ir marcando en el camino innovaciones, metodologías y concreciones curriculares.
En los centros las fortalezas de las tareas desarrolladas, el empoderamiento del profesorado, el asentamiento de metodologías activas, tienen que plasmarse, tienen que visualizarse, tienen que documentarse para permanecer en la memoria, para justificar que los planteamientos diseñados son eficaces y positivos. El P.E.C. debe de ser mucho más que un ideario o un compendio de normas, debe de ser la guía de trabajo de toda la comunidad.
Estamos en el comienzo de un cambio, tenemos que convencernos que no vale seguir con más de lo mismo. Como dice Tom Rudmik no es posible mejorar el sistema, hay que transformarlo. No es fácil, sobretodo porque estamos dando ese paso al vacío del que hablábamos antes, pero hay que convencerse de que no hay otra manera de hacerlo y múltiples experiencias lo demuestran todos los días.
El futuro de la Escuela está en los docentes, no en las leyes, en docentes que sean diseñadores de experiencias de aprendizaje (Tom Rudmik) y se encuentren arropados por un proyecto de centro propio que les permita junto a sus alumnos y alumnas soñar y vivir la Educación.
Es el momento del cambio, es el momento de la Educación.
Mariano Fernández Enguita: Más escuela, menos aula.
CEIP San José Obrero-Sevilla- Un modelo de escuela activa.